La mascarilla empaña los lentes

Sigue sin haber certeza acerca de cómo lidiar con la enfermedad covid-19 de manera general y definitiva. Los casos y fallecimientos que de un tiempo disminuyen, al siguiente aumentan. La zona donde existe el más el más alto porcentaje de vacunados, Baja California, es la que se mantiene en semáforo amarillo. Ningún país puede dar por erradicado el coronavirus.

Por otro lado, mantener a los niños en casa puede retrasarlos de manera severa en su proceso de aprendizaje, esto sin contar las huelgas de los maestros, y quedarse a trabajar en casa puede coartar la creatividad y la productividad de las empresas, lo que afecta la economía. 

Aislarse de familiares y amigos puede resultar ser más perjudicial que benéfico, dicen los que saben de esto, el encierro, aunque sea voluntario puede causar trastornos psicológicos. Y salir puede hacerlos enfermar y morir.

Lo único cierto, que saben no solo los expertos, es que usar mascarilla empaña los lentes e impide hablar con libertad.

Parece que como se dijo desde un inicio, el SARS CoV-2 llegó para quedarse, y parecería que es imbatible dadas las bajas, altas y mutaciones del virus que provoca la enfermedad.

De una semana a otra se detienen los contagios pero vuelven a repuntar al mes siguiente. Las gráficas tienen distinto comportamiento dependiendo la zona, región o país.

Mientras la empresa Pfizer, que creó una de las  vacunas más efectivas, anunció el desarrollo de un fármaco para combatir la covid-19 y que permitirá que otras empresas lo produzcan, ello brinda nuevas esperanzas que la normalidad sea ahora sí una realidad, y no simulada o ignorada.

Así, mientras las personas hacen su vida en apariencia normal, otros luchan por su vida en los hospitales, otros enferman y se aíslan, se recuperan y vuelven a sus labores. Pasar así los próximos diez años no parece una opción para las empresas ni para los gobiernos, mucho menos para el día a día de las personas.