Cuidar el legado natural la Ruta del Vino

La Ruta del Vino de Ensenada es un lugar con fama mundial. Las bondades de la tierra han dado fruto y hace años se perfilaba como una zona natural con alta plusvalía para la producción vitivinícola y turistica.

No obstante la tendencia de la gente, ya desde antes de la pandemia, a migrar al medio rural y urbanizar puede acabar con la ruta del Vino. Cada día es cosa de ver los camiones llenos de materiales de construcción rumbo a la zona del Valle de Guadalupe, es ya normal que los contratistas trabajen en Francisco Zarco, el Porvenir, y San Antonio de las Minas, no solo ampliando las numerosas vinícolas y restaurantes sino en la construcción de vivienda urbana que erroneamente llaman "cabañas" con alberca.

La explosión constructiva sin plan definido ni sustentable es una amenaza seria.

Incluso dentro de la ciudad, el casi común ver oficinas dedicadas a proyecto y edificación exclusivamente en el la Ruta del Vino, e incluso hay desarrolladoras de vivienda que planean una expansión en alguna parte del valle, porqué, porque no hay un reglamento que lo impida.

Así como ningún plan o reglamento impidió la instalación y expansión de la planta regasificadora Energía Costa Azul, filial de Sempra, ni la planta termoeléctrica "La Jovita" en la misma zona.

La pila de materiales de construccipón puede verse en las múltiples ferreterías que hay en los poblados, decenas de paquetes de bloque y vaciados de concreto que van a colocarse sobre en el paisaje natural.

Si las autoridades lo permiten, el ambiente acabará mudando del verde natural al gris urbano.

Una de las incumplidas promesas de la campaña anterior de Armando Ayala promover y aprobar el reglamento para la Ruta del Vino. Pasó el tiempo y se lavó las manos para autorizar o aprobar los reglamentos que regularían este tipo de obra. Pero sí hizo una existosa consulta para ampliar Sempra.

Cada metro que se construye en el Valle es un metro que se le quita al único lugar donde puede sembrarse uva, tierra y lugar para construir hay en todo Baja California y pueden hacerse decenas de condominios y hoteles al sur de la península pero el lugar para producir uva y vino es único en el mundo y a este paso poco espacio y agua queda para hacerlo cada año.

No es un secreto que cada año es más dificil que el anterior lograr una óptima producción de vino. Tampoco es un secreto que la uva con la que se produce vino cada año es menos la que se cosecha aquí. Una parte ya es importada de otros lugares.

Cada metro de concreto construido es lugar donde no se capta agua y cada persona que se muda a vivir allá es persona que usará recursos hídricos y naturales cada vez más escasos, cada persona que va al valle deja una huella ecológica, lleva basura, consume recursos y contamina agua.

En triste ver la disputa por cada metro cuadrado, hasta cerros están siendo horadados en ese afán nocivo de construir destruyendo el medio natural. Los cambios de uso de suelo de reserva o agrícola a industrial y habitacional y los cambios en la densidad no dejan lugar a duda.

A principios del año 2000 el paisaje del valle era natural, a este paso, en unos años el valle quedará unido a la zona urbana de Ensenada y no solo compartirá el espacio urbano de la ciudad sino compartirá las mismas carencias y necesidades sobretodo la falta de agua.

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