Los residuos del Coronavirus: El resultado del mal manejo de desechos hospitalarios y cotidianos


Calculan que cada enfermo de covid-19 produce al día un promedio de 2 a 2.2 kilos de residuos considerados como peligrosos


No es sorpresa que desde los inicios de 2020 las preocupaciones sobre los sistemas sanitarios mundiales se han elevado considerablemente; desde que el SARS-CoV-2 se dispersó desde China al resto del mundo más rápido que las noticias sobre el mismo.

Lavarse las manos, cubrirse la boca y colocarse a una debida distancia uno del otro fueron las medidas que prevalecieron durante el brote y la proliferación del virus más mediático que ha existido desde la gripe H1N1. 

Sin embargo, uno de los temas que frecuentemente pasan desapercibidos son los deshechos que las medidas tomadas por los servicios hospitalarios han generado en este último año y los primeros dos meses del 2021. 

Es el tipo de lógica que usualmente se ignora, pues entre más demanda de productos existen alrededor del mundo, más basura es generada por los consumidores y prestadores de servicios. Los desechos hospitalarios no son la excepción. 

Medidas hospitalarias

Durante un brote como el actual, se generan diversos desechos médicos y peligrosos, incluidos mascarillas, guantes y otros equipos de protección infectados, así como un mayor volumen de artículos no infectados de la misma naturaleza. 

Según Dulce K. Becerra-Paniagua, Ingeniera Química del ITTG y maestra en Materiales y Sistemas Energéticos Renovables del IIIER-UNICACH, hasta julio de 2020 la pandemia del COVID-19 en México, habría originado alrededor de 2 mil 700 toneladas de Residuos Peligrosos Biológico-Infecciosos (RPBI) de aquellos clasificados como no anatómicos. Estos han sido generados por pacientes contagiados en el país, de acuerdo con lo estimado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT). 

Entre los RPBI no anatómicos, se encuentran los desechables contaminados con residuos peligrosos como gasas, guantes, cubrebocas, hisopos, tubos de muestras sanguíneas y batas. Se calcula que cada enfermo de covid-19 produce al día un promedio de 2 a 2.2 kilos de residuos considerados como peligrosos. 


Aunque el riesgo siempre ha sido latente, los desechos producidos en los hospitales no llamaron la atención de las instituciones, hasta el advenimiento del sida, en la década de 1980. 

En 1995 se publicó en el diario oficial de la federación la primera norma para regular el manejo de los Residuos Peligrosos Biológico-Infecciosos (RPBI). El objetivo primordial de esta norma fue el de proteger al personal de salud de los riesgos relacionados con el manejo de estos residuos, así como proteger el medio ambiente y a la población que pudiera estar en contacto con estos residuos dentro y fuera de las instituciones de atención médica. 

Entre los protocolos del manejo de estos artículos en desuso y residuos se encuentran elementos de por medio que pueden comprometer este manejo. Los hospitales se encargan de segregar estos restos y, para eliminarlos, caben dos posibilidades. Una es contratar a una empresa autorizada que, a través de unidades de limpieza, retire los residuos sólidos urbanos y los lleve a depósitos finales, donde se encuentra un compactador de basura, y de ahí al vertedero. 

Y la otra es que sea el propio Ayuntamiento de cada municipio el que, de acuerdo a la Ley de basura urbana, se responsabilice de transportarlos al vertedero y que empresas autorizadas se encarguen de llevar los residuos segregables al compactador correspondiente. 

Incompetencia a la mexicana 

Aun así, durante el brote del coronavirus en México, tal como la basura doméstica, los crecientes desechos hospitalarios también han caído en el errático e incompetente manejo de aquellos que manejan tal responsabilidad ignorando ese peligro extra que agrega una pandemia de tal magnitud.  

Según un artículo del portal dw.com, para mayo del 2020 las autoridades anunciaron que habían encontrado 3.5 toneladas de residuos hospitalarios que fueron tirados en los bosques de las afueras de la Ciudad de México, y 6 unos mil metros cúbicos de desperdicios médicos apilados en un tiradero clandestino en el estado de Puebla, desbordándose de camiones y edificios. 

La escena en el almacén de Puebla era grotesca: montañas de bolsas de basura de hospital de plástico rojo que habían sido amontonadas de una manera tan estrecha que las paredes estaban abultadas y colapsando. Las unidades de refrigeración de la instalación no funcionaban y la oficina dijo que sangre "y otros líquidos corporales" se derramaban al suelo en la localidad de Cuautinchán. 


En agosto del mismo año habitantes del puerto de Veracruz se quejaron después de que surgieron fotografías con bolsas de desechos médicos acumulándose en un patio afuera de un hospital gubernamental. 

En declaraciones de empleados del hospital y habitantes, La pila de basura, de tres metros de alto frente al hospital Adolfo Ruiz Cortines, al parecer se había acumulado durante un par de semanas. 

Una responsabilidad de todos

No solo se trata de las autoridades sanitarias, pues los desechos bioquímicos y riesgo a la salud pueden generarse tanto en las calles como en nuestros hogares y donde las instituciones no tienen alcance es solo cuestión de tiempo antes de que la ciudadanía genere un riesgo igual de importante que entorpezca el ya de por si errático trabajo de limpiar el medio ambiente, prevenir enfermedades y dispersar virus. 

En un artículo del sitio de noticias del Tecnológico de Monterrey, la Dra. María del Carmen Hernández, profesora de biología y desarrollo sustentable del Tecnológico de Monterrey (campus Estado de México), indicó que los cubrebocas y otros materiales de protección utilizados por la contingencia del covid-19 luego de tirarse a la basura representan un riesgo de infección si no son manejados correctamente. 

La doctora proporcionó opciones para deshacerse de estos desechos potencialmente infecciosos los cuales incluyen colocar el material en una bolsa exclusiva y separarlos del resto de la basura, confinarlos en un lugar especial y no mezclarse con otros residuos. 

A su vez, la ONU ha mencionado que, en cuanto a los desechos que se generan en el ámbito del hogar, aunque los guantes, las mascarillas o los medicamentos caducados pueden llegar a mezclarse con la basura doméstica, deberían separarse "y ser recolectados por operadores municipales u operadores de gestión de residuos especializados". 

Todos los residuos tóxicos que se recolectan de los hospitales y laboratorios son recogidos por empresas que se dedican especialmente a esta actividad, y que están avaladas por la Semarnat con los permisos necesarios para la recolección de dichos residuos. De no manejarse adecuadamente estos residuos, no sólo causarían un daño a la salud, sino también al medio ambiente. 

Con base en los datos de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), se observa que no ha sido tan fácil el manejo seguro de estos residuos. Alrededor de 7.5 toneladas de residuos hospitalarios han sido localizados a la intemperie, en diferentes puntos del país (esto hasta junio). También se menciona que gran parte de los residuos tuvieron que ser incinerados debido a que representaban un riesgo para la salud. 


No es solo reciclar

Con este panorama y a más de un año de una pandemia en curso que aún no ha cambiado los semáforos epidemiológicos del rojo en muchos estados del país, no es una posición pesimista estimar que, dado los resultados hasta el momento, estas medidas emitidas son ignoradas por la mayoría de la población en riesgo constante, no solo en México si no en el mundo entero. 

Mientras los desechos sean ignorados y objeto de incompetencia no solo por autoridades sino también por la población general, el peligro de rebrotes y nuevas cepas del virus seguirá latente incluso si las medidas de prevención son aplicadas en un determinado momento. 

El coronavirus o SARS-CoV-2 claramente llego para quedarse, al menos por un largo tiempo y mientras se ha estado hablando de una ''nueva normalidad'' desde mediados del 2020 por gobiernos y autoridades la verdadera diferencia que hará que los restaurantes, cines, gimnasios y las calles de nuestras ciudades vuelvan a ser como en 2019 podría están no solo en usar el cubrebocas o mantener la sana distancia, si no en disponer de manera responsable los deshechos de cada quien. 

La responsabilidad con el medio ambiente que va más allá de solo reciclar basura. 


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